viernes, 11 de noviembre de 2011

Centroamérica cambia de color político



Centroamérica cambia de color político
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Adital

Más allá de la jornada electoral simultánea en Guatemala y Nicaragua el domingo anterior, un nuevo mapa político se ha empezado a consolidar en la región, donde el balance pasó del acecho de regímenes izquierdistas a gobiernos de centro y de derecha.
El bloque regional enfrenta amenazas nuevas que siempre lo desequilibran
En medio de ésta configuración, una nueva realidad amenaza al istmo centroamericano debido a los pasos agigantados del narcotráfico y el crimen organizado que cada día penetran con más fuerza el establecimiento.
Reciente hace unos años virtualmente toda la región mantenía gobiernos de izquierda y centroizquierda, ya que en Guatemala, Álvaro Colom, de centroizquierda convivía con Mauricio Funes, propulsado al poder en El Salvador por el izquierdista FMLN; en Nicaragua el sandinista Daniel Ortega, mientras en Honduras Manuel Zelaya daba un giro a la izquierda.
Ahora en Guatemala, el gobierno de Colom llegará a su fin en las postrimerías del 2011 y en enero del año entrante entregará la conducción del mismo al general retirado Otto Pérez Molina, un conocido ex militar de derecha.
Así en Guatemala, Pérez Molina y su contendiente Manuel Baldizón, otro candidato populista de la misma línea, daban lugar a la consolidación de la derecha en el espectro político de ese país.
La centroizquierda, comandada por Colom, ni siquiera pudo tener su candidato presidencial, ya que la ambición del matrimonio por mantener en el poder llevó a la ahora ex primera dama, Sandra Torres, adivorciarse del gobernante con el fin de eludir una prohibición legal y así postularse a la Presidencia por la alianza oficialista UNE-Gana.
Pero el tribunal electoral consideró que la maniobra era un "fraude a la ley” y terminó por invalidar su candidatura.
Sin reconocimiento para Ortega
En Nicaragua, Daniel Ortega, del Frente Sandinista logró la reelección con una serie de maniobras calificadas de ilegales por la oposición, pero se encuentra "aislado” en la región con los nuevos actores.
El gobierno de Costa Rica, con el que mantiene diferendos territoriales, ni siquiera ha tenido la cortesía diplomática de felicitarlo.
Únicamente desde sus aliados de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba) vinieron las congratulaciones, pero el resto de gobiernos no han sido calurosos en sus mensajes.
Además, la misión de observación electoral de la Unión Europea calificó que en las elecciones no hubo la "transparencia” suficiente y se interrogó cual sería el resultado si las cosas se hubieran manejado de forma diferente, en especial la "neutralidad” del Consejo Supremo Electoral, comandado por un seguidor de Ortega.
Pero a ello se suma que los dos principales candidatos opositores, Fabio Gadea y Arnoldo Alemán no reconocieron su derrota y descalificaron el triunfo de Ortega, con lo cual no tiene la legitimidad interna de la oposición.
De manera que Ortega solo podrá continuar gozando del beneficio del apoyo del Alba y el respaldo financiero del mandatario venezolano Hugo Chávez, el cual le provee hasta 500 millones de dólares anuales.
El híbrido salvadoreño
Por su lado, El Salvador mantiene un híbrido en el manejo del gobierno, ya que mientras el FMLN mantiene su retórica de izquierda, en realidad en ese país el modelo de capitalismo neoliberal no ha cambiado en nada debido a su pragmático presidente Mauricio Funes.
A pesar de divergencias ocasionales, Funes hace valer su poder de Presidente para mantener las políticas de libre mercado y se concentra en combatir la alta delincuencia y financiar programas sociales.
Costa Rica y Panamá más a la derecha que al centro
Al sur de la región, Costa Rica y Panamá se mantiene en sus políticas de centro derecha y derecha.
De manera que la amenaza en ciernes de que Centroamérica se encaminaba a crear un bloque izquierdista en la región, alejada de la influencia tradicional de Estados Unidos y orbitando en la Venezuela de Chávez, se alejó y en menos de dos años volvió a su rol tradicional de estar en el eje norteamericano.
Amenazas
Pero la región enfrenta amenazas poderosas que no le permitirán volver a su pasividad, especialmente por la irrupción del narcotráfico y otras modalidades de delincuencia que han permeado estructuras del poder.
La incapacidad de las fuerzas de seguridad estatales para enfrentar a las bandas criminales ha llevado a que varios países se les consideren en el límite de ser considerados "narcoestados”.
Además del aumento incesante de la pobreza, permite que nuevas fuerzas la instrumentalicen a su favor.

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