domingo, 2 de diciembre de 2012

Vea la Supuesta Verdad Del Pando y Cabrera. Lea y Juzguen. opiniones


La verdad según Ramírez y Cabrera

Dos futbolistas sancionados por amañar partidos, creen que su condena fue parte de un complot. Las pruebas en su contra fueron solo testimonios.
Marta Sandoval • msandoval@elperiodico.com.gt
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Ampliar imágenEPFoto:  José Miguel Lam > elPeriódicoGuillermo, el Pando, Ramírez y Gustavo Cabrera fueron inhabilitados para jugar de por vida, por amaño de partidos.
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Canche vení, queremos hablar con vos– era la segunda vez en el día en que el Pando se le acercaba para pedirle que se reunieran en privado –te esperamos en la habitación de enfrente ahí llegás– le pidió a Luis, el canche, Rodríguez.

En la habitación vecina, en el Proyecto Goal donde entrenan los seleccionados, estaba, además de Guillermo, el Pando, Ramírez, Yony Flores. Querían proponerle un negocio: Q100 mil a cambio de que los ayudara a perder el partido contra Costa Rica. –Yo soy legal, muchá. A mí me gusta echar verga, yo a eso no le entro– dijo el canche y se fue molesto.

Dos días después, el partido ante Costa Rica terminó con 3 goles ticos y 2 de Guatemala. Aunque ganarle a Costa Rica no era cosa fácil, Rodríguez sospechó que habían logrado arreglar el juego. Esa noche se sentía desconsolado y decidió contarle lo sucedido a su compañero de cuarto, Ricardo Jerez.

– A mí Gustavo Cabrera me ofreció hace un año, en el partido contra Venezuela– le confesó Jerez– me dijo que igual íbamos a perder y que agarrara la plata, que era buen dinero, pero yo no agarré nada.

Poco tiempo después llegó Manuel León a la habitación y encontró a sus dos compañeros preocupados: “pasó lo mismo que con Venezuela”, le informó Jerez. Manuel recordó entonces que hacía un año él había pasado por lo mismo, trataron también de sobornarlo. Esa vez fue –asegura– Gustavo Cabrera el que se le acercó para ofrecerle US$12 mil si perdían por dos goles de diferencia. “Es fácil –le dijo– solo tenés que cometer una falta dentro del área o no llegarle a una pelota, nadie se va a dar cuenta”. León se negó, pero tiempo después lo llamó Cristian García para subir la cifra a US$14 mil. León volvió a negarse. El partido –tal y como lo habían previsto– se perdió con dos goles de diferencia.

Esos testimonios fueron la base para que a Guillermo Ramírez, Yony Flores, Cristián García y Gustavo Cabrera les prohibieran jugar el resto de sus vidas. Ellos niegan haber ofrecido dinero, aseguran que todo esto no esmás que un complot que ha destruido sus carreras y que es solo la punta de una enorme montaña de corrupción que se esconde en la Fedefut. ¿Por qué los traicionaron sus compañeros? Ninguno de ellos lo sabe con certeza, “si tienen que hablar mal de su mamá para que los llamen a jugar, hablan mal”, piensa Ramírez. “Hay mucha envidia en el fútbol, si ven que uno gana mejor siempre tratan de bajarlo”. dice Cabrera. Su abogado, Gustavo Juárez, no da crédito a lo que pasó: les condenaron en base a testimonios. No hubo cheques ni grabaciones ni nunca se les comprobó tener dinero de más.

Para Renato Durán, secretario general de la Federación de Fútbol, nada de eso hacía falta: “Sí, es la palabra de los otros jugadores contra la de ellos –dice–, pero son palabras coincidentes. En Guatemala la mayor cantidad de sentencias se dan por testimonios. Quisiéramos que fueran más medios científicos, pero en este caso quedó acreditado que ellos ofrecieron dinero. Un testimonio es prueba cuando tiene los elementos necesarios: ser congruente y coincidente entre sí”, asegura.

Para apelar la resolución, cada jugador debía pagar mil francos suizos (poco más de Q8 mil) a un tribunal de arbitraje suizo, pero no consiguieron reunir el dinero. Los jugadores exhiben sin miedo sus estados de cuenta, no hay transacciones extrañas, ni sumas enormes. “No investigamos si recibieron o no dinero –dice Durán– las leyes son claras y con ofrecer dinero a otros jugadores basta para suspenderlos y eso quedó probado”.

La confesión ante Almeida

Cuando perdieron el partido ante Venezuela, en junio del año pasado, Ricardo Jerez estaba devastado. Le contó todo a su padre y notó cómo se le iban poniendo los ojos vidriosos, “tenés que decírselo a alguien”, le aconsejó. Pero Ricardo no sabía con quién hablar, qué hacer para delatar a sus compañeros sin meterse en problemas. Prefirió callarse esa vez, pero ahora volvían a hacerlo y sabía que ese secreto podía costarle caro. Lo conversó con Luis Rodríguez y Manuel León, pensaron en llamar al director técnico, Ever Hugo Almeida, pero para su sorpresa fue él quien los llamó a ellos.

Almeida se despertó temprano el viernes 27 de mayo. A eso de las seis y media de la mañana descubrió que le habían dejado un mensaje en el celular, era Carlos Ruiz y lo que le dijo terminó de espabilarlo: el Pando y Flores intentaron arreglar el partido.

– Al parecer el único que no sabe lo que sucede aquí soy yo– les reclamó Almeida a Jerez y Rodríguez, estaban en el restaurante Puerto Barrios, les acompañaba Gustavo Bobadilla. Los dos jugadores le contaron todo, aunque él ya lo sabia. Solo un dato más le aportaron: Gustavo Cabrera estaba también involucrado.

Almeida decidió hablar directamente con Gustavo. –Yo sé que vos tenés problemas económicos –le dijo– decime la verdad ¿agarraste o no esa plata? Lo que respondió Gustavo en esa ocasión es imposible de determinar con certeza. Porque Almeida asegura que le confesó que había aceptado un soborno para perder el partido de Municipal contra el Santos de México. Y Gustavo asegura que lo que respondió fue un rotundo no, que le juró que nunca amañó un partido en su vida.

Almeida decidió sacar a los tres jugadores de la Selección. Al principio no dijo exactamente porqué les había expulsado, pero la Fedefut le exigió un informe y no tuvo más que hacer públicas las razones: amaño de tres partidos, el de Municipal contra Santos, y los de Guatemala contra Venezuela y Costa Rica. Al día siguiente de haberse conocido la noticia voló a Guatemala un representante de la FIFA que acompañó toda la investigación. Sus conclusiones eran severas: “el testimonio combinado de Luis Rodríguez, Manuel León y Ever Hugo Almeida, no dejan lugar a dudas sobre las acusaciones realizadas en contra de Gustavo Cabrera, Yony Flores y Guillermo Ramírez, sobre la implicación directa de los tres mencionados en el amaño de partidos”.

El Órgano Disciplinario de la Federación resolvió prohibirles jugar en Guatemala de por vida, envió la resolución a la FIFA y allí la avalaron y la ampliaron al resto del mundo. Fue una sentencia severa, excesiva a los ojos de Ramírez, que recuerda el escándalo italiano en el que más de 52 jugadores estaban implicados en amaños de partido y las penas fueron desde 4 meses hasta 5 años. “A un jugador le encontraron llamadas, videos, dinero y lo sentenciaron a 10 meses, todavía apeló y le dejaron 4 meses. Aquí ni siquiera nos dejaron defendernos”, dice Gustavo.

“Esto es como si fueran a sancionar a Brayan Jiménez y a Almeida de por vida solo porque nosotros tres decimos que son corruptos”, agrega Ramírez.

El delegado de FIFA descalificó los testimonios de los tres implicados porque “fracasan en proporcionar una explicación plausible sobre qué razones podrían haber llevado a los jugadores y al técnico a emitir testimonios falsos en su contra”. ¿Por qué –si es mentira– los demás jugadores los iban a implicar en eso? Luis Rodríguez es el padrino de uno de los hijos de Gustavo, siendo amigos cercanos, ¿por qué atacarlo? El Pando tiene una teoría: es un complot con los directivos para quedar bien ante la FIFA y ganarse el premio Flair Play.

El galardón lo entrega cada año la FIFA a selecciones, jugadores o incluso aficionados que hagan esfuerzos importantes por mantener un juego limpio. Hace unos años lo ganó un futbolista francés que descubrió una red de sobornos. El Pando supone que el próximo año lo ganará la Federación. “Ese premio es en dinero, ellos lo querían y por eso nos mandaron a nosotros al frente”, dice. A Durán eso le parece ridículo, “nosotros no propiciamos nada, los hechos se dieron y simplemente los investigamos”, dice.

A Ramírez le sorprende que ahora reclamen tanto, cuando “no hicieron nada ante el partido que casi lleva a la selección a un mundial”. Fue en 2006, para pasar Guatemala solo necesitaba que México ganara o empatara contra Trinidad y Tobago. Parecía fácil, pero México perdió. “El mismo técnico dijo que habían arreglado el partido, que querían quedar bien con el presidente de la Concacaf que era de Trinidad y que por eso lo perdieron. ¡Nosotros estábamos jugando el pase al Mundial! Y allí no hicieron nada, no sancionaron a nadie, y ahora lo hacen con nosotros y con un partido que no servía para nada, con un amistoso”, se lamenta Ramírez. “A mí me gustaría que investigaran a la Federación y descubrieran la mafia que hay allí. Manosean a los jugadores, juegan con los guatemaltecos”, agrega.

Si en verdad hubo amaño, es muy probable que haya más involucrados, pero solo se investigó a los sancionados. Juárez se pregunta por qué y Durán responde que “no se puede investigar a todos. Se investigó la línea que había. Hacer una investigación de cada uno es difícil para una instancia administrativa”. Revisar las actuaciones de los jugadores en los videos tampoco es prueba fiable. “Es muy subjetivo”, dice Durán; “puede ser que dejó pasar una pelota a propósito, pero también pudo ser un error”.

El MP tiene abierta una investigación por lavado de dinero en la que sí se analizan estados de cuenta y transacciones monetarias. Ramírez y Cabrera dicen estar tranquilos: pueden buscar, no encontrarán nada. Tanto es así que ellos mismos pidieron a la Federación que analizara el expediente del MP y que se basaran en ese para emitir la sanción. Les respondieron que no, que por ser un “órgano administrativo, no es procedente”. Hicieron una apelación en el Tribunal de Honor de la CDAG, pero ya tres veces les han cancelado audiencia. Tampoco pueden ganar mucho, el único capaz de remover una sanción de la FIFA es el tribunal suizo. El plazo para apelar venció. Flores vive ahora en Estados Unidos, Cristian García no se presentó a las audiencias.

Guillermo empieza ya a buscar otros horizontes, entrenar niños, por ejemplo, concluir a la fuerza una carrera que le llevó a la cumbre y en la que jugó 103 partidos internacionales. Gustavo recibió dos ofrecimientos para ser comentarista en programas deportivos. “Me gustaría limpiar mi nombre” dice con la mirada vidriosa.

Dos carreras truncadas

El papá héroe

La fila era enorme. A pesar de que sus papás no estaban de acuerdo, Gustavo Cabrera fue con las piernas temblando a una audición para entrar al equipo JUCA en Izabal. En la cola, los demás hablaban de las hazañas de Maradona en el pasado mundial, Gustavo solo escuchaba. En su casa no había televisión. Jugar ya era bastante complicado, sus padres no estaban de acuerdo en que “perdiera el tiempo” detrás de una pelota. Su padre era albañil y su madre lavaba ropa, así que no podían darse lujos, lo que el hijo debía aprender –decían– era a trabajar. Pero él aprendió a combinarlo todo, a encontrar ratos libres entre su trabajo en un taller de soldadura y las clases en la escuela. La enorme fila donde un centenar de muchachos buscaba una plaza terminó con solo 22 seleccionados, uno de ellos era Gustavo. El sueño empezaba a concretarse. No pasó mucho tiempo antes de que le llamaran para viajar a la capital e integrarse al Comunicaciones. Más tarde le ficharon en Estados Unidos y en Dinamarca. Su carrera duró 17 años y terminó como menos lo deseaba: con una suspensión de por vida. Le preocupan sus dos hijos de 8 y 10 años, que pasaron de tener el papá héroe en el colegio, a tener el papá que nunca más jugará. Su futuro, sin embargo, no lo ve tan oscuro, ya le han ofrecido dos trabajos como comentarista deportivo. También podrá cumplir otro sueño que su carrera no le permitió realizar antes: graduarse de la universidad.


Gustavo Cabrera
Gustavo Cabrera

Sin desayuno, pero a jugar

Guillermo Ramírez tenía un cómplice: su padre. La mamá no estaba contenta con que jugara fútbol. Por eso muchas veces el padre lo despertaba de madrugada, a escondidas, para ir a entrenar antes de que empezaran las clases. Cuando la madre los veía escabullirse sentenciaba: si te vas no te hago comida. El niño se iba con las tripas haciendo ruido, pero feliz porque iba a jugar. Vivían en Livingston y los siete hermanos sobrevivían de lo que el padre ganaba como pescador. Años después la madre no pudo contener las lágrimas cuando lo vio jugando por la televisión. Después de ese primer partido volvió para entregarle su primer sueldo: Q1,500.

Y de ahí todo fue subir. Jugó con Municipal –para el que anotó 130 goles– después fue contratado en México, Honduras, Grecia y Los Ángeles. Llegó a ganar US$12 mil mensuales y disputó 103 partidos internacionales. “En la historia de Guatemala soy el que más títulos ha ganado”, recuerda, y se siente decepcionado por cómo le pagó la Federación todos los años de sacrificio, “nunca amañamos partidos”, recalca. Cree que todo fue un complot muy bien planeado. Unos días antes del partido contra Costa Rica él pidió que no le volvieran a llamar a la Selección, quería quedarse en Honduras. Aun así lo convocaron, “yo a ese partido no quería ir y me insistieron”, se lamenta. Fue el partido que le costó la expulsión de por vida a sus 34 años. Ahora espera vivir entrenando niños en Estados Unidos.

Guillermo Ramírez
Guillermo Ramírez


Cómo funcionan las apuestas

En la web se puede apostar casi sobre cualquier cosa. Puede entrar a un sitio y apostar a que en un partido entre dos equipos noruegos –da igual cuales– habrá cinco faltas. También que en los primeros diez minutos del segundo tiempo de un torneo en África –cualquiera– van a marcar un penalti. Las apuestas suelen hacerse por pura diversión, a ver qué tanta suerte puede tener para que efectivamente haya una falta, pero cuando entra en juego mucho dinero dejan de ser divertidas. Es más sencillo ofrecerle una tajada al jugador para que efectivamente salga expulsado y ganar la apuesta, que pedirle a todos los santos que lo expulsen. Así se arreglan los partidos. La apuesta, que supuestamente se armó ante el partido Guatemala – Venezuela estaba cargada de varios miles de dólares, allí la idea era perder con diferencia de dos goles.

La casa de apuestas más famosa probablemente sea Bwin, su nombre se lee en todos los partidos del Real Madrid, es la que los patrocina y el viernes sugería apostar a si Carlos Tévez será o no expulsado del partido del Manchester City el próximo 9 de diciembre. Se puede empezar con solo cinco euros (Q50).

1 comentario:

  1. Anónimo31/1/13

    no estoy de acuerdo con los amaños de partidos,ni lo estare jamas pero seamos cinseros.en la actualidad cualquier equipo nos gana.soy chapin y me duele pero es la relidad,loque se izo fue injusto con una minima sancion uvieran aprendido.

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